domingo, 9 de enero de 2011

LA ALEGRÍA, LA TRISTEZA, LA MELANCOLÍA, LA ESPERANZA Y EL TIEMPO

Se encontraban un buen día reunidos los más famosos elementos La Alegría, La Tristeza, La Melancolía, La Esperaza y El Tiempo. Cada uno de ellos discutía sobre quién era más importante, y se decían:

Alegría: En verdad he de deciros compañeros que no hay ninguno que se iguale a mí en importancia, yo cambio los rostros sombríos, yo hago olvidar las penas y los dolores, después de la muerte, el hambre y la guerra siempre vengo yo, y como el buen vino hago que lo problemas, aunque no desaparezcan, importen un poco menos.

Tristeza: Yo soy aun más importante, de mí surge la reflexión más profunda, por mí la gente se levanta e intenta poner remedio a sus males, yo soy la causa de que las personas, descubran, reformen y progresen, yo soy la responsable de que intenten buscar soluciones contra todas esas parihuelas que tú solo ocultas, querida Alegría.

Melancolía: Yo soy más preeminente que vosotras, ya que yo reúno lo mejor de las dos, yo soy la felicidad que se siente por estar triste, a mí se deben todos los grandes poemas, las más bellas canciones y de mí surge todo el arte con el que la gente se alegra o entristece, yo soy deseada por todos los grandes artistas y por todo amante no correspondido.

Esperanza: Yo soy más necesaria que vosotras tres, a mí la gente acude cuando la Alegría se va, cuando la Tristeza se aferra al corazón y la Melancolía se hace insoportable, todos me necesitan a mí para no caer en la desesperación, todos recurren a mí ante cualquier adversidad, todos me desean para poder superaros a vosotras, por mí el ser humano decide dar un paso hacia delante, yo soy la madre de la Ilusión, la Fatansía y Los Sueños, gracias a mí lo que hoy solo imagináis mañana será verdad.

Tiempo: Insensatas, ninguna de vosotras es más importante que yo, cuando yo llegue a todas vosotras se os habrá llevado el único que es superior a todos nosotros juntos, El Olvido.
 
Pero de entre una espesa neblina surgió una figura envuelta en un hábito, poco a poco se les fue aproximando, y cuando estuvo lo bastante cerca, el desconocido les dijo así: Yo, pobres desventuradas, soy el alfa y el omega, la causa que os convierte en meros efectos, yo puedo potenciaros o barreros a mi antojo; yo abro las entrañas de la Tristeza, prevalezco sobre las ruinas de la Esperanza, mi pasado crea un pozo de Melancolía tan descomunal como la cima de Alegría que provoca mi presente. Y en cuanto a ti, soberbio Tiempo, no me conformo con antecederte, acompañarte o adelantarte, tu no me haces anterior o posterior, ni tampoco contemporánea, soy yo quien te crea a ti, quien logra que nazcas o mueras, que avances o te estanques. Deja de alardear, pues ni tu querido hermano mayor, el Olvido, puede nada contra mí, él nunca conseguirá borrar mi huella del sendero de la historia... pues yo soy, hijas mías, vuestra verdadera madre -y descubriéndose el rostro alzó la voz- ¡Yo Soy La Rebeldía!

Teresa Azotacalles

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