domingo, 9 de enero de 2011

LA VUELTA A LA NATURALEZA

El pensamiento naturista hispano (1890-2000): naturismo libertario, trofología, vegetarismo naturista, vegetarismo social y librecultura.

La agricultura biológica, la lucha contra la vivisección, el vegetarianismo, el ideal de la vida en el campo, la  medicina naturista, la lucha contra la contaminación medioambiental o la adulteración de los alimentos, el placer del sol, el aire y el agua en el cuerpo desnudo, la oposición al cambio de horario, la crítica a la velocidad de la vida moderna, etc., son planteamientos con más de cien años de antigüedad, y en la Península Ibérica a todo ello se le conocía por Naturismo, reacción al «industrialismo inmoral» —así lo denominaban— que destruía la Naturaleza y degradaba a la especie humana.

El pensamiento o filosofía naturista con su objetivo de vuelta a la Naturaleza, de respeto a sus leyes para alcanzar la armonía interior y con el medio, se desarrolla en toda su complejidad y en todo su esplendor social en la década de los años veinte y treinta del siglo pasado. Naturistas libertarios, trofólogos, vegetarianos naturistas, desnudistas y vegetarianos sociales constituyen un movimiento naturista no exento de tensiones y polémicas, pero a su vez muy rico en propuestas y con una amplia base social.

La afinidad entre el retorno a la Naturaleza propugnado por el Naturismo y el propugnado por algunos sectores del anarquismo ibérico ayudó a posibilitar su expansión, aunque esta afinidad no nos debe inducir a asociaciones erróneas. El abanico de corrientes que confluyeron en el pensamiento naturista hispano va desde el regeneracionismo moralista a la revolución social.

Josep María Roselló en la presente obra estudia las cinco corrientes principales del movimiento naturista, analizando sus aportaciones teóricas y prácticas, la trascendencia de sus propuestas, las revistas y publicaciones que sirvieron de soporte a la difusión de sus ideas así como sus figuras más destacadas. Este exhaustivo trabajo, que abarca más de un siglo de historia, se ve precedido por una breve introducción histórica —cuya finalidad es precisamente exponer la interrelación existente entre estas diferentes corrientes mencionadas—y finaliza con una panorámica general sobre el devenir del movimiento naturista en sus diferentes expresiones desde 1939 hasta la actualidad.

Lejos de ser algo del pasado, los planteamientos naturistas siguen siendo una necesidad ineludible para quienes creen en la necesidad de romper con la lógica del capitalismo depredador del medio ambiente y de las personas; y por lo tanto las ilusiones y la lucha de aquellos hombres y mujeres por un mundo nuevo deberían servirnos de estímulo para aquellas personas que seguimos creyendo que otro mundo no sólo es posible, sino imprescindible.

Josep María Roselló
Prólogo del Dr. José Vicente Martí Boscá
Virus Editorial, Colección Memoria, Barcelona 2003
321 págs. Rústica il. 21x15 cm

LA ALEGRÍA, LA TRISTEZA, LA MELANCOLÍA, LA ESPERANZA Y EL TIEMPO

Se encontraban un buen día reunidos los más famosos elementos La Alegría, La Tristeza, La Melancolía, La Esperaza y El Tiempo. Cada uno de ellos discutía sobre quién era más importante, y se decían:

Alegría: En verdad he de deciros compañeros que no hay ninguno que se iguale a mí en importancia, yo cambio los rostros sombríos, yo hago olvidar las penas y los dolores, después de la muerte, el hambre y la guerra siempre vengo yo, y como el buen vino hago que lo problemas, aunque no desaparezcan, importen un poco menos.

Tristeza: Yo soy aun más importante, de mí surge la reflexión más profunda, por mí la gente se levanta e intenta poner remedio a sus males, yo soy la causa de que las personas, descubran, reformen y progresen, yo soy la responsable de que intenten buscar soluciones contra todas esas parihuelas que tú solo ocultas, querida Alegría.

Melancolía: Yo soy más preeminente que vosotras, ya que yo reúno lo mejor de las dos, yo soy la felicidad que se siente por estar triste, a mí se deben todos los grandes poemas, las más bellas canciones y de mí surge todo el arte con el que la gente se alegra o entristece, yo soy deseada por todos los grandes artistas y por todo amante no correspondido.

Esperanza: Yo soy más necesaria que vosotras tres, a mí la gente acude cuando la Alegría se va, cuando la Tristeza se aferra al corazón y la Melancolía se hace insoportable, todos me necesitan a mí para no caer en la desesperación, todos recurren a mí ante cualquier adversidad, todos me desean para poder superaros a vosotras, por mí el ser humano decide dar un paso hacia delante, yo soy la madre de la Ilusión, la Fatansía y Los Sueños, gracias a mí lo que hoy solo imagináis mañana será verdad.

Tiempo: Insensatas, ninguna de vosotras es más importante que yo, cuando yo llegue a todas vosotras se os habrá llevado el único que es superior a todos nosotros juntos, El Olvido.
 
Pero de entre una espesa neblina surgió una figura envuelta en un hábito, poco a poco se les fue aproximando, y cuando estuvo lo bastante cerca, el desconocido les dijo así: Yo, pobres desventuradas, soy el alfa y el omega, la causa que os convierte en meros efectos, yo puedo potenciaros o barreros a mi antojo; yo abro las entrañas de la Tristeza, prevalezco sobre las ruinas de la Esperanza, mi pasado crea un pozo de Melancolía tan descomunal como la cima de Alegría que provoca mi presente. Y en cuanto a ti, soberbio Tiempo, no me conformo con antecederte, acompañarte o adelantarte, tu no me haces anterior o posterior, ni tampoco contemporánea, soy yo quien te crea a ti, quien logra que nazcas o mueras, que avances o te estanques. Deja de alardear, pues ni tu querido hermano mayor, el Olvido, puede nada contra mí, él nunca conseguirá borrar mi huella del sendero de la historia... pues yo soy, hijas mías, vuestra verdadera madre -y descubriéndose el rostro alzó la voz- ¡Yo Soy La Rebeldía!

Teresa Azotacalles

UN CUENTO QUE PUEDE SER VERDAD

Había hace muchos años una muchacha en un poblado que no estaba conforme con el marido gandul y cobarde que le deparaba el destino. Era humilde, se duchaba con agua fría, era valiente, buena guerrera y excelente arquera. Cuando el pueblo estaba amenazado la encerraban, igual que para que aceptara a su marido que era un jefazo en otro poblado.

Había una cueva en la falda de su montaña con una entrada como un boquete en el suelo y ella gritaba a los ciempiés para que no se acercaran a la entrada de la cueva y cayeran en ella sin poder salir nunca más. A veces soplaba un vientecillo en la entrada de la cueva, como el hálito de la divinidad. Lo que no sabía ella por aquel entonces es que en las aguas de esa cueva habitaba un camarón desde hacía unos tres millones de años.

Su sexo era toda una frutería y una floristería a la vez, sabor a durazno, presencia de banana, aroma de naranja, zumo de tomate, fragancia de clavel, esencia de rosa ... Todo ello era muestra de gran virtud, ¡demasiada! pensaba a veces su amante, mientras ella jugaba cruzando los poemas de sus varios amantes. Sobre el mar encrespado anunciaba mayores tormentas en mi corazón, y una forma implacable de desdén. A veces quería ser directora de porno y a veces hermanita de la caridad, un manojo de emociones y un corazón grande que nunca se entregaba. Un día cerca del mar me dedicó una sonrisa y aún no sé que hacer con ella. Así como el río va al mar van a ella mis palabras. La mañana que se encontró una caracola en la playa se la puso cerca del oído y esta le dijo con voz de hada “Haz lo que quieras”.

Anónimo

AGRICULTURA ECOLÓGICA

La agricultura ecológica o biológica es una modalidad agrícola en la que no se usan productos de químicos de síntesis: fungicidas, fertilizantes, herbicidas, OMG (Organismos Modificados Genéticamente), conservantes, colorantes, aditivos artificiales o similares y que tiene como finalidad, en contraste con la agricultura convencional, ser ambientalmente sostenible, además de respetar la salud y el bienestar del consumidor. La agricultura ecológica busca la obtención de alimentos saludables, de mayor calidad nutritiva, sin la presencia de sustancias químicas de síntesis y obtenidos mediante procedimientos sustentables.

La agricultura ecológica surge como alternativa a la supuesta revolución verde que se dio en los años 70’ y que supuso la introducción de plaguicidas sintéticos en los cultivos. Se auguró como un aumento sin precedentes de la productividad y resultó en un desarrollo de resistencias y plagas al eliminar los predadores naturales, que consumen buena parte de los recursos de los agricultores. También se comercializaron variedades de semillas productivas bajo las condiciones industriales que supuso la pérdida de muchas de las variedades locales de los vegetales, adaptadas al medio y más resistentes a plagas del entorno. Los efectos perjudiciales para la salud de la alimentación industrial son para muchos evidentes, y buscan en las cooperativas ecológicas el sabor natural de los alimentos sin químicos peligrosos para la salud.

Los productos ecológicos se suelen encontrar en cooperativas de consumidores y productores donde se fomenta en ciclo corto del campo cercano a tu casa. En agricultura ecológica es preferible prevenir para evitar plagas por medios y conocimientos en agroecología, donde se busca favorecer la fauna auxiliar autóctona que evite el desarrollo de plagas y con la suelta de predadores, parásitos y parasitoides de las plagas –lucha biológica-, además del uso de repelentes naturales como la piretrina extraída del crisantemos o la rotenona. Otros conocimientos de agroecología son usar el ajo extraído en alcohol y la maceración de ortigas como repelentes de insectos y aves, o esparcir cenizas para evitar los caracoles y aportar Potasio a la tierra. No se usa nicotina ni plantas tóxicas como repelentes por no ser preferible para los consumidores ni para los agricultores. Diversificando cultivos, con plantas adaptadas a la zona y abonadas correctamente se consiguen plantas fuertes con menos plagas. También existen plantas repelentes de insectos como muchas aromáticas o que atraen a predadores de las plagas como plantar cebollas entre las zanahorias para evitar la mosca de la zanahoria.

Para la fertilización se utiliza materia orgánica, y se busca favorecer el desarrollo de microorganismos que enriquezcan el suelo como las nitrobacterias simbiontes de las leguminosas, con las que se siembra y se entierran en el suelo enriqueciéndolo en nitrógeno. Conservar el suelo cubierto ayuda a mantener el agua y los nutrientes por lo que se emplean cubiertas vegetales vivas y el acolchado. También se usa el barbecho que consiste en alternar cultivos exigentes con leguminosas de forraje que enriquecen el suelo. Entre los objetivos principales de la agricultura ecológica están:

- Trabajar con los ecosistemas de forma integrada
- Mantener y mejorar la fertilidad de los suelos
- Producir alimentos libres de residuos químicos
- Utilizar el mayor número de recursos renovables y locales
- Mantener la diversidad genética del sistema y su entorno
- Evitar la contaminación resultante de las técnicas agrarias
- Permitir que los agricultores realicen su trabajo de forma saludable.

En 2009 en el estado español la superficie dedicada a agricultura ecológica llegó a 1.602.870,50 hectáreas, el doble que en 2005. De estos una parte se dedicaron al ganado y 571.980,56 ha a cultivos; destacando el olivar 22%, los cereales 32%, la vid 9,4%, frutos secos 15% y barbecho y abono verde el 10,5%. La agricultura ecológica da jornales a unos 27.000 trabajadores.

Se han hecho estudios sobre los nutrientes que aporta la dieta ecológica y se ha visto que los productos biológicos mantienen niveles más altos de compuestos secundarios y Vitamina C, el perfil de ácidos grasos de la leche biológica y la carne es mejor. Los hidratos de carbono y minerales no son diferentes de los productos convencionales. Los alimentos de agricultura ecológica tienen mayor valor nutricional, los productos biológicos producen el doble de flavonoides, un importante antioxidante. Los kiwis biológicos tienen también más antioxidantes.

Según la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Ecológica “La agricultura ecológica es un sistema de producción que mantiene la salud de los suelos, los ecosistemas y la gente. Se basa en procesos ecológicos, biodiversidad y ciclos adaptados a las condiciones locales, más que en añadir elementos de efecto adverso. La agricultura ecológica combina tradición, innovación y ciencia para beneficio del ecosistema compartido y promover relaciones duraderas y una buena calidad de vida para todos los involucrados”

El año 2006 había en el mundo 30.418.261 hectáreas con cultivo ecológico, cosa que representa el 0,65% de las tierras cultivadas en el mundo. El número mundial de explotaciones con agricultura ecológica era de 78.7444. Los países que superaban el millón de hectáreas con este sistema de cultivo eran Austalia (12,3 millones), China (2,3), Estados Unidos (1,6) y Italia (1,1). En el estado español había 0,92 millones y Francia 0,56. Superaban el 10% de superficie en agricultura ecológica, respecto al total de tierras cultivadas, Liechtenstein (29%), Austria (13%) y Suiza (12%).

Pedro

MALTHUS Y GODWIN

La discusión sobre el poblacionismo en el medio libertario

El legado intelectual de Malthus sobrepasó hace ya mucho tiempo el contenido concreto de sus propuestas y ha pasado a formar parte del vago imaginario colectivo de la modernidad, igual que el darwinismo o el marxismo. Se entiende que Malthus fue el primero en señalar, de manera sistemática, el peligro creciente de un desequilibrio entre población y recursos, en la evolución de las sociedades. Para Malthus el crecimiento tiende, de forma natural, a sobrepasar constantemente la capacidad productiva de la sociedad. Por tanto, el principal obstáculo al crecimiento de la población es la cantidad limitada de recursos. Ahora bien, la población se mantiene a duras penas dentro de los límites de los recursos en virtud de los malos hábitos sexuales que reinan en la sociedad –el libertinaje- y de la miseria presente entre las clases trabajadores. Estos frenos destructivos aumentan la mortalidad y constituyen un obstáculo al crecimiento de la población. Malthus contemplaba estos obstáculos como factores “naturales”. Después, de mala gana, aceptaría también el freno moral –la abstinencia, el autocontrol- como posible obstáculo al crecimiento.

La obra de Malthus estaba dirigida, en un principio, contra los reformistas y utopistas, como William Godwin, que proyectaban una sociedad como sistema de igualdad y que creían en la posibilidad de abolición de la miseria social. Malthus creía que la miseria era un hecho connatural a la evolución social y que tratar de mejorar la suerte de los pobres mediante sistemas más igualitarios podía suponer un aumento desproporcionado de la natalidad y, como consecuencia, un aumento de la miseria. En Malthus la desigualdad es, a la vez, una de las condiciones naturales para regular la población y un estímulo para el progreso, sin el cual se crearía una nación de parásitos.

Se ha criticado en Malthus su excesiva “naturalización” de la fecundidad humana, su empirismo rudimentario a la hora de analizar el crecimiento de la población, así como su indiferencia ante la posibilidad del crecimiento en la producción de recursos. En cualquier caso, después de siglos de controversias, Malthus ha pasado a ser el primer profeta reconocible de la “era de la escasez”, incluso si su profecía podía tomar la forma de una defensa cínica de la clase dominante de su época.

De hecho, no resulta casual que el libro de Malthus estuviera dirigido en gran parte contra la obra de William Godwin, Investigación acerca de la justicia política, la obra considerada como precursora del socialismo libertario. Como se sabe, Godwin predicó un sistema social con el máximo de libertades, el mínimo de aparato gubernamental y un régimen equitativo de la propiedad. Ahora bien, si Godwin tenía razón cuando buscaba la causa del mal social en la naturaleza de la instituciones políticas ¿qué podía responder ante la cuestión de la tensión existente entre población y medios de subsistencia que la obra de Malthus dejaba aparecer?

En 1820, Godwin publicó su respuesta a Malthus, el libro Of population. Tal vez podamos considerar esta extensa obra como el primer intento de diálogo entre una utopía social y sus posibilidades de realización dados ciertos factores que hoy llamaríamos “ecológico”. Un diálogo parcial, sin duda, ya que las objeciones malthusianas mostraban más un prejuicio político que una verdadera inquietud ecológica, y siendo ante todo la respuesta de Godwin un desmontaje de este odioso prejuicio. Dicho esto, hay que reconocer que la contestación de Godwin no llega a superar el marco abstracto de una sociedad política ideal. Una sociedad que podría habitar en un mundo cultivado en su totalidad “como un jardín” y donde los límites de los recursos quedarían en un horizonte muy lejano.

Si bien la doctrina malthusiana fue dejada de lado por la ciencia económica más representativa, el impulso optimista de Godwin sirvió de base al pensamiento socialista y libertario del siglo XIX. La población global aumentó considerablemente durante ese siglo, pero Malthus no había tenido en cuenta la evolución que podía sufrir el sistema de producción de bienes y alimentos con el industrialismo y el comercio planetario. Aumentó el nivel económico de las clases trabajadoras y el sueño del Progreso, presente en las ideas de Godwin, se apoderó del pensamiento revolucionario durante décadas.

Al principio de su obra contra Malthus, Of population, Godwin había escrito:
“Si yo anunciara que la tierra puede alimentar a una población veinte veces mayor de la hoy existente (…) no habría nadie tan incrédulo y de un humor lo bastante sombrío como para contradecirme. En efecto, habría que ser muy cerrado y tener la mente muy estrecha, para soñar con poner límites a las capacidades físicas que tiene la tierra para proporcionar a los hombres sus medios de subsistencia.”

Godwin no podría haber escrito afirmación más desafortunada. Pero lo importante no es tratar de demostrar la falta de previsión de Godwin en su época, sino de ver como esta imprevisión alcanza hoy todavía a las corrientes partidarias de una transformación social radical. Godwin desmontó eficazmente la doctrina malthusiana sobre el crecimiento de la población tal y como éste la mostraba en su obra. Como se sabe, Malthus había tomado a la joven Norteamérica como modelo de un crecimiento exponencial de la población en ausencia de límites naturales, o de lo que Malthus, como ya hemos visto, consideraba límites naturales. Había intentado extender este modelo a otras partes del planeta y había negado la importancia al papel desempeñado por los gobiernos y las instituciones en la evolución social. Había rechazado, al menos en un primer momento, la posibilidad de una sexualidad controlada voluntariamente.

Godwin, a lo largo de todo su libro, rechaza el reduccionismo de la visión de Malthus de un crecimiento poblacional que se da naturalmente sin tener más frenos que la fatalidad de una sexualidad tortuosa y una miseria social fruto de una necesidad implacable. Le repugna el lenguaje malthusiano que justifica la pobreza y niega al desheredado su “cubierto en el banquete de la vida”.

Por lo demás, Godwin rechazó el concepto de crecimiento geométrico malthusiano, por carecer de base empírica, demostró que las causas que se oponen al crecimiento no son ni constantes ni regulares, sino que dependen de muchos factores heterogéneos, y negó que los medios de subsistencia –lo que hoy llamaríamos “recursos”- tuvieran un límite preciso.

En efecto, si Godwin gastó mucha tinta para desmontar el aparato empírico del principio del crecimiento de población malthusiano, sus análisis sobre la producción de “subsistencias” serán más concisos.

Godwin albergaba una gran confianza en la capacidad productiva humana. Imaginaba la tierra entera cultivada como un jardín y la sociedad humana, en gran número, extendida a todos los rincones del planeta. Su idea recurrente es que un individuo está siempre en disposición de producir más de lo que necesita. Godwin creía que las reservas del globo terráqueo sólo estaban explotadas en una parte mínima y que, por tanto, el momento de su agotamiento quedaba muy lejos. Estimaba que con una forma de gobierno justa la población se podría multiplicar por treinta, ampliándose los límites de una sociedad próspera y dichosa. El agotamiento de los suelos de cultivo no implica ningún misterio del destino, es sobre todo el efecto del despotismo y el mal gobierno, nos dice Godwin. ¿Por qué los vastos imperios de Persia y Egipto aparecen hoy como paisajes desolados?: “la causa tiene que ver con la naturaleza del gobierno y de la administración política de los países en cuestión”.

Godwin confiaba en la capacidad de los recursos de la tierra para permitir el aumento de la población inglesa:
“En una palabra, es universalmente reconocido que el suelo de nuestra isla es capaz de alimentar una población diez veces mayor que la actual”

El optimismo de Godwin invadía su obra:
“Resulta imposible señalar límites al perfeccionamiento del hombre, y sobre todo a las mejoras que puede introducir en las artes, y en la aplicación de la industria humana”.

A continuación Godwin anunciaba la posibilidad del advenimiento de un futuro, donde las máquinas substituirían lo esencial del trabajo manual. Incluso llega a concebir la idea de que los alimentos podrían ser producidos merced a recombinaciones químicas.

En el libro de Godwin el desdén malthusiano hacia las posibilidades técnicas de un aumento de la capacidad productiva encuentra su contrapunto en el entusiasmo productivista –y poblacionista- de Godwin.

Hay que decir que Godwin no se equivocó al rechazar indignado el naturalismo malthusiano en cuanto a las causas de la miseria social, no obstante, no pudo evitar sentirse atraído por la visión de una sociedad capaz de crecer casi indefinidamente en medio de una prosperidad material jamás vista. Este sueño de abundancia se trasladó a la mayor parte del pensamiento revolucionario posterior, desde los tiempos de Marx y Proudhon. Precisamente, una buena parte del famoso libro de Proudhon, Filosofía de la miseria, está dedicada a refutar la doctrina malthusiana. Proudhon, de forma similar a Godwin, insiste en la capacidad productiva que una sociedad mejor organizada podrá desarrollar. En otras obras clásicas del anarquismo como Evolución y revolución de Reclus o La conquista del pan de Kropotkin vuelve a aparecer el rechazo tajante al legado de Malthus. En el pensamiento socialista Malthus aparece un poco como el príncipe de las tinieblas cuyo nombre es ritualmente condenado como sinónimo del mal o del error científico.

La discusión sobre el legado de Malthus hace resaltar pues dos cuestiones evidentemente ligadas. La primera es que no se puede negar el hecho de que la obra de Malthus fuera una burda justificación de la miseria social y, por tanto, no sólo careciera de una verdadera base empírica, lo que tal vez es irrelevante, sino que era un mero instrumento ideológico de la clase dominante. La segunda cuestión, sin embargo, señala una paradoja desconcertante: de manera involuntaria Malthus puso sobre la mesa la inquietud sobre los límites físicos de la tierra. Sin quererlo, su obra se convirtió en una advertencia sombría que ni socialistas ni liberales podían aceptar fácilmente.

Desde nuestra perspectiva actual tendríamos que analizar que consecuencias ha tenido en una buena parte del pensamiento libertario el rechazo de los límites físicos en el diseño de una utopía social. La discusión entre Malthus y Godwin es el primer peldaño de una escalera que nos conduce al momento actual.

José Ardillo

LA ESCUELA MODERNA

Sitúa Emma Goldman –escritora anarquista que luchó en las brigadas internacionales- el origen de la Escuela Moderna que trajo Ferrer i Guàrdia a España en la escuela de Luisa Michel de la que dice que sufrió encarcelamiento y fue cerrada la pequeña escuela de Montmartre y resume el siguiente párrafo la motivación de esta profesora:

“No obstante, el niño no tiene tradiciones que vencer. Su mente no está sobrecargada con ideas rancias, su corazón no ha crecido a frías con distinciones de casta y clase. El niño es para el maestro lo que la arcilla para el escultor. Que el mundo reciba una obra de arte o una lastimosa imitación depende en gran parte, del poder creador del maestro.”

La Escuela Moderna que fundó Ferrer i Guàrdia en Barcelona en 1901 tenía el propósito de dar una educación racional capaz de formar individuos libres de los prejuicios que imponía la educación reglada. Así se fundó la primera escuela mixta fuera de las áreas rurales en España y se educó a los pequeños en un ideal de amor al saber libre de la competitividad. En esta escuela se mezclaban niños y niñas de diversa procedencia social y se crearon textos adecuados a la educación no coercitiva, sin premios ni castigos y vigilando la higiene del centro y los pequeños.

Se inculcó a los educandos la comprensión científica de la higiene con conocimientos sobre Ciencias Naturales, dando verdadera importancia al deporte y al juego que permiten desarrollar niños fuertes y sanos. Se potenció en ellos la inquietud por el saber que es natural en los niños y niñas sin imposiciones ni obligaciones, guiando al maestro en la educación conforme a los intereses de los pequeños. Remarca Ferrer i Guàrdia que hay que respetar la voluntad física, intelectual y moral sin inculcar la competitividad entre ellos propia de los adultos. Lo que consiguió esta escuela racional y moderna es niños y niñas libres de los prejuicios de los adultos y responsables de su actividad. Francisco Ferrer no era solamente un gran maestro, sino también un maravilloso organizador. En ocho años, de 1901 a 1909, había organizado en España ciento nueve escuelas, amén de inducir al elemento liberal en su país a crear 308 más.

Una síntesis de las muchas actividades que llevó a cabo la Escuela Moderna para la educación de sus pupilos la escribe Ferrer i Guàrdia en su libro “La Escuela Moderna”:

“Deseo fijar la atención de los que me leen sobre esta idea: todo el valor de la educación reside en el respeto de la voluntad física, intelectual y moral del niño. Así como en ciencia no hay demostración posible más que por los hechos, así también no es verdadera educación sino la que está exenta de todo dogmatismo, que deja al propio niño la dirección de su esfuerzo y que no se propone sino secundarle en su manifestación.”


Se le criticó a la Escuela Moderna que no fuera o intentara ser neutra, como era la corriente de Ricardo Mella, sino que inculcara ideas políticas a los educandos. Por ejemplo se llevaba a los niños y niñas de excursión a ver las fábricas de Barcelona y hablar con los trabajadores, redactando los pequeños sus impresiones sobre la visita. No se puede hablar de política a los niños y niñas porque no es su mundo ni sus intereses, pero la escuela que se oferta como formadora de profesionales del pensar condena a la mayoría de sus alumnos a una educación inútil, individuos débiles por designio de sus padres de ofertar la Tienda Escolar, donde compiten entre ellos por ver quien obtiene mejor resultado. Ferrer quiso coeducar para que sus educandos fueran compañeros, el hombre de la mujer y viceversa y que ambos estuvieran decididos a trabajar y valerse por sus propios medios. Sus resultados ganaron en crédito y prestigio por la calidad de la educación que ofrecía y sus ideas fueron tomadas por el “movimiento de las escuelas modernas” que fundó centros en Estados Unidos, Inglaterra o Méjico.

Dice Ferrer i Guàrdia sobre la educación de la higiene en la escula moderna:

“Exponíamos después la limpieza como asunto de belleza y la suciedad como característica de la fealdad, y entrábamos decididamente en el terreno de la higiene, presentando la suciedad como causa de enfermedad, con su peligro de infección indefinida hasta causar epidemias, y la limpieza como agente principal de salud, y lográbamos fácilmente determinar la voluntad de los niños a la limpieza y disponer su inteligencia a la comprensión científica de la higiene.”

La función del conocimiento científico que no del tecnológico es la formación personal, el ansia de saber, el poder tener un trabajo en mejores condiciones y el formar a la juventud en un conocimiento de acuerdo con los principios racionales de la ciencia. Así muchos licenciados si tienen suerte pueden acabar de profesor de educación secundaria y bachillerato o formación profesional. El oficio de enseñar debe ser vocacional pues a veces se hace difícil impartir conocimientos o técnicas a ciertos alumnos, sobretodo en la adolescencia. Muchos maestros sin vocación reducen la enseñanza a mantener el orden en clase.

Ferrer i Guàrdia inició la escuela mixta en el estado español fuera de los pueblos pequeños dotándola de unos contenidos conforme al conocimiento científico comúnmente aceptado, para la cual cosa es necesario conocer el estado del arte de la ciencia en la disciplina que se imparte para que esta educación pueda ser moderna. Debe ser racional en el sentido de hacer uso de los principios que un buen uso de la razón da a las personas en su conocimiento y que va adquiriendo el niño o niña desde que nace con formalismos adecuados a cada edad. Así debe estimular el sentido crítico que permita a los estudiantes aceptar o no la validez de un postulado científico. Para tal tarea la filosofía de la ciencia debe formar personas capaces de pensar en la verdad o no de lo que se les presenta en principio como irrebatible, los postulados científicos.

De importancia fundamental en el desarrollo de los niños y adolescentes es el conocimiento de las ciencias de la salud para su propia realización como persona y entender como apunta Ferrer i Guàrdia fundamentos científicos de la higiene que les permitan desarrollar una actividad sana y de respeto en consecuencia y con conocimiento. La gimnasia y el juego debieran estar más promocionados en las escuelas e institutos para tener, tal y como decía el médico neomaltusianista Isaac Puente, niños y niñas fuetes y sanos. Porque muchos de los contenidos se orientan a poder adoctrinar a los pequeños en la doctrina propia del sistema de poder de la sociedad que les ha tocado vivir. Así no sólo la filosofía de la ciencia si no todas las disciplinas de la filosofía como actividad encaminada a pensar sobre la verdad no debiera verse reducida por los intereses de crear doctrina sobre el sistema establecido como hacen todos los regímenes con los adolescentes.

El creacionismo es antihigiénico, las religiones están ligadas a la suciedad y la enfermedad. Desde el cura o la monja a los escolares los estados modernos o las viejas teocracias el rechazar los comportamientos higiénicos y la comprensión científica de la higiene para todas las personas es un gran foco de enfermedades y niños débiles. Precisamente el negacionismo del hecho evolutivo a las escuelas es un foco de enfermedades y no permite a los pequeños entender las relaciones naturales en el mundo. No se puede argumentar como un dogma como se hace con el creacionismo, pero los hechos evolutivos como los fósiles o las relaciones ecológicas –desde la predación al mutualismo- esclarece la lógica de la presión evolutiva, la heredabilidad de los rasgos vitales y la selección natural. Los microorganismos patógenos como formas vitales están también sujetos a esta lógica como los virus, bacterias, protozoos, gusanos o piojos e ilustrando el hecho evolutivo al medio natural a los niños desde bien pequeños les permite entender la naturaleza y la higiene necesaria para cada uno.

Ferrer i Guàrdia, en su libro “La Escuela Moderna” explica los motivos y las virtudes de rechazar la metodología del examen en la educación primaria

“La inconsciencia en que se vive con relación a la naturaleza del niño y a lo inicuo de ponerle en condiciones forzadas para que saque de su flaqueza psicológica fuerzas intelectuales, sobre todo en la esfera de la memoria, impide a los padres ver que un rato de satisfacción de amor propio, puede ser la causa, como ha sucedido muchas veces, de enfermedad, de la muerte moral y material de sus hijos.”

A los pequeños que no están aprendiendo una especialidad para trabajar en la vida, no les es necesario el examen de discierna aptitudes si no que es preciso evitar una nueva separación añadida a la de clase social, la de excelentes estudiantes, mediocres o inaptos. El niño o niña que se ve premiado respecto a sus compañeros sobresaliendo en los méritos en un examen por lo general no desarrollará una actitud física y de armonía con el medio y su propio futuro en muchos aspectos. Produce un ensimismamiento e introversión y en lugar de desarrollar un amor por el conocimiento entre todos los pequeños este se inculca por medio del premio y el castigo.

Como remarca Ferrer i Guàrdia hay que respetar la voluntad física, intelectual y moral del pequeño, y hacer esto sin inculcar una competitividad a los niños que ya desde pequeños se les enseña a diferenciarse unos de otros por una u otra característica, cosa de provecho para los que pretenden mantener la dominación del estado e inculcarla desde niños. Por voluntad de los padres de lucir sus hijos u ofertar la Tienda Escolar los padres repiten los esquemas que da la pedagogía oficial conformando la voluntad del pequeño a ser un competidor cuando está formándose como persona y adquiriendo un conocimiento general. No se desarrolla en el niño por tanto un gusto por el saber más que aquel que se ofrece como competición entre compañeros. Esperemos que al menos se les eduque en unos fundamentos de higiene y amor al trabajo más que a la competitividad en la vida adulta. Y que se separe fehacientemente la religión de la ciencia, pues el positivismo lógico y el avance de la ciencia no pueden basarse en el mito para explicar la realidad objetiva en ningún aspecto. La religión sirve para doblegar el espíritu revolucionario y conformar a los sometidos a la voluntad del poder, como hace buena parte de la escuela y los profesores adocenados.

Pedro

LOS SOLES NEGROS: POETAS Y SUICIDAS


Entre los habitantes del Parnaso abundan los depresivos, los desesperados, los suicidas. Ya desde el Romanticismo, sobre todo con la irrupción de la moda del wertherismo, la figura del poeta que no encuentra su sitio en una realidad que le niega la realización de su ideal se convierte en tópico. La muerte se transforma así en una drástica válvula de escape frente a un entorno alienante que, de hecho, mata en vida por dentro paulatinamente al poeta. Pero tampoco hay que olvidar que la muerte es la última y más misteriosa puerta que abrimos en el curso de nuestra existencia y que, como todo lo abismal, tiene su desazonante atractivo; así el poeta, frente al espejo, con el revólver apuntando a su sien, siente el mismo deseo de saltar al vacío que arde en las entrañas del acrófobo cuando éste se asoma a una sima insondable. Está claro: lo que nos horripila, al mismo tiempo, nos seduce.... ¿y si no porqué consideramos obras de arte, por ejemplo, Los caprichos de Goya, la inquietante pintura de Edvard Much o la novela gótica?
La lista de bardos que sucumbieron al fatal atractivo de la autoaniquilación es extensa y variopinta. Los hay que tuvieron demasiada prisa en abrazar la nada, como el poética romántico británico Thomas Chatterton, quien decidió poner fin a su vida a la tierna edad de diecisiete años envenenándose (¿con arsénico? ¿con una sobredosis de opio?) cuando al fin los críticos descubrieron la hábil falsificación literaria (unos supuestos poemas medievales, en realidad, escritos por él mismo) con que los había estado engañando el portentoso poeta adolescente. Algo mayor, veintiséis años, pero joven en cualquier caso, era Mário de Sá-Carneiro, uno de los pioneros del vanguardismo portugués junto con Pessoa (de quien era muy amigo), típico poeta bohemio, inadaptado social, que puso fin a su melancólica vida en su cubil parisino con cinco tarros de arseniato de estricnina. Un año más contaba Georg Trakl, máximo representante del expresionismo poético centroeuropeo, cuando decidió desaparecer para siempre tomando una sobredosis de cocaína en el psiquiátrico de Cracovia donde se hallaba confinado a causa de la depresión, la droga, el alcohol y la traumática experiencia de la Gran Guerra.

También era joven, veintinueve, el poeta y escultor surrealista francés Jean-Pierre Duprey, quien, sin embargo, eligió el método del ahorcamiento, colgándose en su estudio en el otoño de 1959. Duprey (uno de los poetas más tenebrosos del surrealismo francés), al igual que Trakl, había pasado por el manicomio, si bien en su caso fue, al parecer, como castigo por haber orinado en la parisina Tumba del Soldado Desconocido. Pero si hay un ahorcado ilustre en el panteón poético ése es Gérard de Nerval, el poeta viudo, el desconsolado, “el sol negro de la melancolía”, quien después de dejar tras de sí algunos de los versos más enigmáticos del simbolismo francés se colgó de una farola en un callejón de París. El día anterior había dejado a su tía, en casa de la cual vivía tras su ruina económica y existencial, una críptica nota de despedida: “Hoy no me esperes porque la noche será negra y blanca." Tenía cuarenta y seis años aunque su rostro ajado por la demencia y el sufrimiento aparentaba muchos más.

Al más puro estilo Werther, algunos optaron por las armas de fuego. Entre ellos acaso el más legendario sea Vladimir Maiakovski, cabeza visible del futurismo ruso, quien, según se dice, afectado por las críticas de “formalista” (o lo que es lo mismo, burgués) vertidas sobre él por la prensa del régimen de Stalin, se descerrajó un disparo en el corazón a los treinta y seis años. Parecido modus operandi usó el padre del modernismo colombiano, José Asunción Silva, quien se disparó un tiro en el pecho, donde se había hecho dibujar por su médico un corazón. Tenía tan sólo treinta y un años.

Pero sin duda el método más recurrente entre los poetas suicidas es el envenenamiento. Fue la ingesta de veronal (un barbitúrico que usaba para combatir su insomnio crónico) lo que llevó a la tumba a los cuarenta años de edad al venezolano José Antonio Ramos Sucre, uno de los poetas más misteriosos e inclasificables de América Latina. También fue el veronal el responsable de la muerte de Florbela Espanca, feminista y figura capital del modernismo portugués, justo el día de su trigésimo sexto cumpleaños, tras serle diagnosticado un edema pulmonar. Más conocida aún es la historia de la argentina Alejandra Pizarnik, quizá por ser una muerte ya anunciada en sus poemas; Pizarnik se pasó la vida de psiquiatra en psiquiatra, medicándose para paliar su incurable amargura vital, hasta que, por fin, a los treinta y seis años, puso fin a su sufrimiento atiborrándose de barbitúricos.
Alejandra Pizarnik, bajo las alas de un condor.
 (¿Un negro presagio de una muerte proxima?)




También los hay que utilizaron métodos de suicidio más, digamos, “modernos”. Así, el poeta y gran narrador del surrealismo francés René Crevel se quitó la vida abriendo la espita del gas de su domicilio. Sobre Crevel, pesaba la sombra de una muerte segura por una tuberculosis en estado muy avanzado, a la que había estado esquivando durante años de vida bohemia, de orgías y drogas, hasta que comprendió que la fiesta se había acabado para él a los treinta y cinco años. También víctima del gas de un horno casero, falleció a los treinta y un años otra ilustre poetisa suicida, la norteamericana Sylvia Plath, cuyos versos como los de Pizarnik presagiaban un desenlace trágico para sus conflictos psíquicos. Muy comparada con Plath, su compatriota Anne Sexton, puso fin a sus padecimientos psicológicos inhalando monóxido de carbono en su garaje. Sexton, sin embargo, vivió algo más que Plath: cuarenta y cinco años.

Mencionaremos por último algunos poetas que murieron manera si cabe más desesperada, arrojándose al mar o al vacío. Muerte extraña donde las haya fue la de Arthur Cravan, excéntrico poeta suizo sobrino de Oscar Wilde y campeón del humor negro (llegó a anunciar a bombo y platillo que se suicidaría en público), que “desapareció” durante una travesía por el Atlántico en algún lugar del Golfo de México. Aún no había cumplido los cuarenta. Más romántica fue la muerte de la argentina Alfonsina Storni, quien probablemente víctima de un desengaño amoroso, se arrojó al océano desde una escollera de Mar del Plata. Tenía cuarenta y seis años. Más recientemente, la senectud y la depresión debieron pesar sobre el rumano Gherasim Luca (ochenta y un años de edad) y el español José Agustín Goytisolo (setenta) quienes se arrojaron el uno al río Sena, el otro al vacío desde el balcón de su casa, en 1994 y 1999 respectivamente. Curiosamente, en esa misma década, en 1995, el filósofo francés Giles Deleuze, amigo de Gherasim Luca, también murió arrojándose al vacío desde la ventana de su apartamento de París. Y es que los noventa, con el fin de las utopías y la vuelta a los valores conformistas, fueron malos tiempos para la lírica.

Según parece, es algo característico de los poetas morir antes de tiempo. Pero esto no significa que los poetas no amen la vida, al contrario; por paradójico que parezca el suicida muy a menudo pone fin a su existencia por puro amor a la vida, al no serle permitido vivir ésta plenamente. El suicidio se convierte así en un acto nihilista de rebeldía frente a un mundo inhabitable. Quizá sea ésa la razón por la cual las autoridades y los grandes medios de comunicación ocultan las escandalosas estadísticas de suicidios y cuando no lo hacen tienden a negar el evidente vínculo entre el entorno y este tipo de muertes, desviando la atención del público hacia supuestos factores biológicos o genéticos. Todo es válido con tal de que el individuo no tome conciencia de la ruina existencial que lo rodea.

Núcleo de experimentación poética
Pléyade Negra

ABORTO Y MATERNIDAD

Durante generaciones las mujeres hemos tenido que absorber los valores tradicionales de cualquier familia católica: el sacrifico, el amor al otro antes que a nosotras mismas… Pero ahora muchas somos conscientes de la esclavitud de pensamiento en la que hemos vivido y si antes nos rebelábamos a ello, ahora lo hacemos mucho más convencidas.

Desde pequeñas hemos tenido que escuchar que la única forma de realizarnos de verdad como mujeres es siendo madres, parece ser que estamos obligadas a cumplir esa misión tan específicamente femenina que es parir un hijo. Sin embargo, sin privarnos de la posibilidad de ser madres en el momento que nosotras queramos, nos negamos a que por un error, un accidente o una imprudencia se nos imponga el embarazo, maternalizando nuestro presente y nuestro futuro a la fuerza.

Desgraciadamente y aunque no queramos, hemos crecido con la religión católica metida en las venas. Hemos vivido en una sociedad capitalista, de la que la Iglesia ha sido el brazo armado ideológico, que ha ignorado y sometido durante siglos las necesidades de la mujer y que aún ahora lo sigue haciendo. Una sociedad donde los cuerpos de las mujeres han sido siempre anulados sexualmente y considerados, además, causa de pecado. Pero la sexualidad, y sobre todo la sexualidad femenina, no debe ser usada única y obligatoriamente para la reproducción. Hay que dejar atrás miedos, vergüenzas y tabúes para poder conseguir esa felicidad que nos da una sexualidad plena.

Hoy en día no hemos avanzado mucho en políticas de educación sexual. La iglesia y los sectores más tradicionalistas siguen inmiscuyéndose. No tenemos una educación sexual basada en la protección y la libertad sexual. El embarazo, aunque sea no deseado, se plantea como único camino posible, ya que un aborto trastoca todo el sistema patriarcal en el que hemos sido formadas. Lo socialmente esperado es que toda mujer sea una madre en potencia y que si ha quedado embarazada, cualquiera que sea su situación, este estado de maternidad sea natural en ella, íntimamente deseado (algo que nos es repetido infinidad de veces desde la infancia), y que lo aceptará tarde o temprano con la naturalidad, la alegría y todo el sacrificio que su feminidad aprendida lo demande. Esa es su principal y única función, ese es el interés social por el que se prioriza la vida de un embrión sobre la vida de la mujer, porque es madre antes que mujer.

Nos bombardean por todos lados y de todas formas con esta idea. Somos conscientes de lo difícil que es y lo que cuesta deconstruirnos, buscarnos y ser nosotras mismas. Por eso es tan compleja la decisión de abortar. Nadie, únicamente aquella mujer que pasó por esa circunstancia en su vida, sabe lo que significa o significó ese momento de decisión. Porque no es tan fácil decidir abortar o no. Ni siquiera es difícil, ni muy difícil. Es una decisión que se toma en un contexto extremo.

Esta es la sociedad que califica de delito e inmoral el acto de abortar, de terminar con una dificultad, con una pena que sólo siente el cuerpo y la psique de la mujer a quien le afecta. Que culpabiliza a las mujeres de querer tener una mínima dignidad como personas, que no nos otorga la capacidad de escoger y decidir por nosotras mismas nuestro bienestar y el de nuestrxs hijxs .

Nuestro derecho a la libre decisión y el discernimiento, no es de ningún modo simplista, ni egoísta, como sentenciaría la mentalidad judeocristiana en la que vivimos, que ha llevado sus convicciones religiosas al plano legal y político. Es un tema especialmente sensible para nosotras las mujeres. Penar, de cualquier modo, cualquier intento de priorizar nuestra vida, en el fondo no es más que la expresión del miedo a dejar de tener el poder y el control sobre el cuerpo femenino y sobre su sexualidad, y al derrumbe de los valores sociales que ello representa. Negarnos a ser atadas a una responsabilidad que no deseamos puede ser catalogado como una decisión egoísta. Sin embargo, es una decisión libre, nuestra, ejercida voluntariamente o por necesidad y a pesar de la ilegalidad e inmoralidad con que se la sentencie: es nuestra.

Nadie es tan importante o inteligente como para poner nuestras decisiones, emociones, proyectos de vida, sueños y frustraciones en sus manos.

Nadie nos puede negar la posibilidad de una maternidad concebida en total libertad y buena salud mental y física.

Nadie nos puede obligar a ser madres mientras no tengamos la certeza de que esa personita podrá recibir lo mejor de lo mejor.

Es necesario tener en cuenta la vida y la calidad de vida de la mujer, de la que aún depende el nonato, y dependerá no sólo los nueve meses de gestación, sino gran parte de su vida; si no es toda su vida. Obligar a ser madre a una mujer que no es capaz de dar a unx niñx los cuidados necesarios o de satisfacer sus necesidades para asegurarle un desarrollo sano y feliz, eso sí que es inmoral.

Las mujeres sin recursos económicos o carentes de información, y otras que sí los tienen pero que no sienten el deseo de ser madres en ese momento, son las verdaderas víctimas de las ilegalización o las restricciones sobre el aborto. Su legalización permite el acceso a abortos seguros o, lo que es lo mismo, a una mejor salud para las mujeres. Sancionar el aborto no disminuye su práctica, sino que arroja a las mujeres que quieren abortar a un mundo clandestino dispuesto a solucionar su problema, aumentando los riesgos sobre su salud e incluso provocando la muerte de muchas mujeres, sobre todo de escasos recursos, ya que las de un alto nivel económico se buscarán unas buenas clínicas que les den las condiciones sanitarias adecuadas o utilizarán el “turismo abortivo”, yendo a abortar a países con una legislación más abierta.

En el estado español el aborto fue despenalizado en 1985. Pero la ley de ninguna manera ha supuesto que las mujeres podamos decidir si continuamos o no con nuestro embarazo, ya que la última palabra la tienen otros: médicos, ginecólogos, psiquiatras, etc. Hoy en día tenemos el aborto despenalizado en casos de violación (hasta las 12 semanas), malformación fetal (hasta las 22) y grave riesgo para la salud física o psíquica de la madre durante los nueve meses de gestación. Esto tiene deficiencias importantes como que no se dé solución a los diagnósticos tardíos. Este vacío legal ocasiona situaciones muy desagradables cuando se detectan en el feto malformaciones incompatibles con una vida digna más allá de la semana 22. A pesar de las súplicas de las madres, la ley impide practicar un aborto y obliga a llevar a término ese embarazo y dar a luz a unx niñx que no sobrevivirá, o lo hará en unas condiciones insoportables. Actualmente, sólo las mujeres que tienen una situación económica desahogada pueden buscar soluciones alternativas en otros países como Francia donde este caso está regulado hasta el final del embarazo.

Pasar por la experiencia de un aborto es un trago amargo, que se ve intensificado por la situación de indefensión en la que estamos las mujeres, obligadas a tener el consentimiento de un médico para poder abortar, o simplemente a pasar por la burocracia de estar dando explicaciones. Todo esto acumula trámites y alarga el proceso, y, con ello, el sufrimiento. Encima, este visto bueno por parte del facultativo que acredita que la mujer cumple con alguno de los requisitos despenalizados se pone continuamente en duda, como ya se ha visto con las denuncias a médicos y clínicas abortistas. En principio, la ley de plazos que se plantea nos permitiría decidir libremente durante las primeras 14 semanas de gestación y hasta la semana 22, en dos supuestos: cuando exista un grave peligro para la vida o la salud de la embarazada y cuando se detecten graves anomalías en el feto. Aunque no es perfecta, por lo menos permitiría el aborto libre durante las primeras semanas de embarazo, evitándonos pasar por una evaluación psiquiátrica en un momento tan difícil, además de poder hacerlo gratuitamente a través de la sanidad pública. En cuanto a la objeción de conciencia médica, no se regulará pero se propondrá que no se permita la objeción de conciencia en bloque de un hospital. Con esto se obligará a los centros públicos a facilitar la prestación a la mujer. Los centros deberán poner todos los medios para llevar a cabo el aborto a cargo de la sanidad pública. Si un hospital no pudiera garantizar la prestación del servicio tendrá que derivar a la mujer a otro centro para que se realice la intervención, tal y como se hace con otras prestaciones sanitarias (operaciones específicas, pruebas diagnósticas…). Uno de los aspectos más polémicos de la ley de plazos es que reconoce la autonomía en la decisión a las jóvenes a partir de los 16 años sin que sea necesaria la autorización de sus padres o tutores. Es muy curioso que se echen las manos a la cabeza porque alguien de 16 años pueda decidir sobre su propio cuerpo y que a la vez estén exigiendo que se tenga responsabilidad penal a partir de los 14.

No se espera que una mujer aborte, porque se espera que sea una madre abnegada, sumisa y sacrificada, no importa la circunstancia que sea. Sin embargo, cada vez somos más conscientes de lo que somos y queremos ser y que debemos decidirlo libremente. Todos estos valores que nos mantuvieron esclavizadas caen y desaparecen en el mismo momento que abortamos el feto no deseado. Porque nuestra decisión nos libera y nos cambia la vida. Porque el deseo de ser y saberse mujer prima sobre todo.

Sin embargo, no se debe olvidar que pasar por esta experiencia es doloroso y traumático. El aborto no es una práctica deseable, ni un método de control de la natalidad, ni algo recomendable. Es solamente una situación extrema en la que hay un conflicto de por medio y en la que se debería proteger la decisión que tome la mujer, cualquiera que ésta sea.

El deseo de ser madre debe ser la expresión más pura de libertad, en el que nadie se inmiscuya, para que esta experiencia sea enriquecedora. Donde la capacidad creadora de la mujer pueda desarrollarse al máximo, dentro de un proceso de cambios, que de por sí son muy dolorosos, violentos, complejos y únicos. Cambios capaces de ser experimentados sólo a través de cada cuerpo femenino, con tiempos biológicos y psicológicos individuales, diferenciados entre sí y con evolución propia.

Lo que se esconde detrás de gran parte del debate sobre el aborto, no es la naturaleza del feto, sino a quién corresponde controlar el cuerpo de las mujeres, que es una forma efectiva de control social patriarcal. Ninguna nueva ley del aborto, aunque sea de plazos, solucionará definitivamente esta cuestión, inserta en la naturaleza de las relaciones sociales capitalistas y patriarcales. El control de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad es uno de los ejes de la cuestión de género, y no se resolverá hasta la construcción de una nueva sociedad igualitaria. Mientras tanto, debemos luchar por la defensa y mejora de nuestras condiciones de vida, por encima de las leyes y derechos que establezca el gobierno de turno. Los abortos tienen que realizarse gratuitamente a través del sistema público de salud, en un ambiente acogedor para la mujer y con una atención psicológica y afectiva, tanto anterior como posterior, según nuestras necesidades, y no las de la ley. Lxs que sufrimos y disfrutamos a diario la sanidad pública sabemos lo lejos que está de ser ideal. Debemos desarrollar y fomentar un mayor autoconocimiento de nuestra salud para un mayor control de nuestras vidas, y ejercer la presión necesaria, tanto a nivel colectivo como individual y local, para conseguir que las mujeres tengamos el futuro en nuestras manos.

Aborto y maternidad, en ningún momento aborto o maternidad.

Anónimo

LA OFENSIVA ETNOCENTRISTA, EL MACHISMO Y EL BURKA

“Efectivamente, me declaro, sin remilgos, ‘ateo cultural’. Puede que esto, como casi todo lo dicho en este capítulo, moleste a algunos, pero el escozor ajeno no es nunca suficiente motivo para plegarnos. Como ya he explicado, no me siento occidental, ni blanco, ni hispano, ni varón, ni de tal porción de suelo, ni ligado a tal región. Me dicen que lo que ‘soy’ deriva de ahí, pero cuando algo es tan circunstancial como el nacimiento, tan accidental como los progenitores, tan arbitrario como el entorno contra el que reaccionamos o al que nos adaptamos y –si no quiebran nuestro ‘yo’– tan innegociable como nuestra personalidad, surgen las dudas de que seamos productos de un mundo al que, con cada fibra de nuestro cuerpo, queremos ponerle fin”.

            Este fragmento, que suscribo completamente, lo tomo prestado del libro, todavía inédito, “Nuestro Individualismo o El ‘Yo’ en la encrucijada colectiva”, de mi tocayo Ruymán R. Rodríguez Álvarez. Y lo uso para justificar, y hacer mía, otra de las conclusiones del libro, según la cual: “[…] Participo del planteamiento de que todas las culturas son igual de buenas, pero porque pienso que todas pueden ser igual de malas”.

            Explico esto por anticipado para que se entienda mi voz como la de un ateo que habla sobre Dios, la de un amoral sobre Ética, un apátrida sobre Naciones o un marginado sobre Clases. Es decir, como la de alguien que habla sobre Cultura (en su acepción de normas de simulación gregarias) sin aceptar voluntariamente ninguna y tratando de negar el valor impositivo de todas.

            Dicho lo dicho, se entenderá –o eso me gustaría– que mi opción es la de barrer todo “ethos” adquirido “de serie” y todo “modelo de conducta” otorgado. Abogo, en su lugar, porque sea la prerrogativa Individual de cada uno, caprichosa y soberana, la única que determine como hemos de vivir y comportarnos. Si esta prerrogativa, sin embargo, coincidiera con un patrón prefabricado, pero aceptado y asimilado voluntariamente, no haría yo nada distinto coaccionándolo que lo que han hecho otros imponiéndolo (ya decía Armand que los Torquemadas irreligiosos no guardan mucha diferencia con los religiosos).

            En conclusión que cada cual “haga de su capa un sayo”, o, como Rabelais inmortalizo en el pórtico de su imaginaría Thelema, que no haya consigna más apremiante que el “Haz lo que quieras”.

            A razón de esto es evidente, y nos mentirían si trataran de persuadirnos de lo contrario, que no es el “Haz lo quieras” la motivación del 100% de las mujeres que usan burka. La teocracia sepulta a las mujeres tras sus edictos éticos y estéticos; el patriarcado convierte en culpa y vergüenza el mismo cuerpo que la naturaleza hizo nacer desnudo; el aspecto más autoritario de la religión, el fanatismo tergiversador, tiñe de divinidad los prejuicios más vulgares y mundanos. Todo esto es lo que mueve a muchas mujeres, entre otras cosas, a portar el burka.

            En dichas condiciones, los “amigos y amigas de libertad”, de “la rebeldía”, “del sufrimiento”, deben colocarse al lado de aquéllos cuya autonomía es escarnecida. La conclusión no puede ser más fácil. Pero… ¿y si el sujeto en concreto afirmara llevar voluntariamente el burka, no estar obligado por nadie, ser una persona emancipada de cualquier tutela, y usarlo como un signo de “reivindicación cultural”, como quienes llevan una bandera, un crucifijo, un turbante, un sari o una kipá?

            Hasta que este sistema, sus normas, su obligatoriedad y su compulsión económica, no hayan sido reducidos a escombros, se hace difícil saber hasta qué punto una persona afirma estar conscientemente autoliberada y decidir de forma independiente. Siempre tendremos pendiente sondear el nivel de influencia del entorno y la tendencia al mimetismo, el ascendente que sobre la voluntad tiene el “deseo de agradar” y otros miles de mecanismos uniformadores que quizás no desaparezcan, por mucho que se mitiguen, ni en un enclave desregularizado en Anarquía (con los medios a nuestro alcance, dependerá de cada cual cuanto quiera desarrollar su personalidad y si quiere hacerlo “al margen”, por comparación, contraste e imitación o de forma independiente pero compartida).

            Mientras no llegue ese momento no podemos juzgar las dosis de voluntariedad que hay en la vida de los demás más que extrapolándola a la nuestra y, si nos sentimos ligados a él, a la de nuestro entorno.

            Las personas que se tienen por “libres”, o que desean serlo, pueden mirarse al espejo y descubrirse cargando con un uniforme cultural, también adaptado por el género, que los asemeja a determinado rebaño. El corte de pelo de unos y la vestimenta de otros, tanto si homogeniza selectivamente y nos une a los “diferentes” como si lo hace mayoritariamente y nos une a los “normales”, ¿es fruto de nuestra capacidad electiva? Muchos de nosotros, creyéndonos inmunes a las triquiñuelas del sistema, diremos que sí, que nos parecemos a este y al otro y nos vestimos de tal o cual manera por pura voluntad. En muchos casos nuestra voluntariedad es, como mínimo, tan positiva o negativamente creíble como la de cualquiera que se viste por motivos religiosos, nacionales, etc.

            Llegados a este punto de autoanálisis podemos ampliar un poco más el plano y escudriñar a “nuestra” Sociedad toda. La gente que se ha lanzado a la “caza del burka”, a la prescripción sobre su uso y a la criminalización de sus usuarias, con la clase política a la cabeza, lo hace tratando de ampararse en un vago concepto de “igualdad” (vago por salir de boca de quienes sale) y un supuesto “feminismo” (ídem). La gente que parangona “prohibición” y “libertad” son homólogos de los que apoyan la persecución de inmigrantes en Arizona, su acorralamiento y captura como la de los antiguos esclavos fugitivos. Son los que firman y aplauden la ofensiva conjunta que allén de los Pirineos y en la Peninsula ibérica se está llevando a cabo para proscribir personas. No importa, como no ha importado nunca, el partido político, ni si los dirigentes que hacen soñar la trompeta del prejuicio son quienes reclaman el respeto a una “diferenciación cultural propia” o los que vomitan lo de la “España Unida”. El centralista pisa al regional y ambos al meteco. El mismo que clama cuando siente ningunearse sus “tradiciones” y “costumbres” no tiene reparos en orinarse sobre las del “inferior”. La intolerancia sabe hablar con todos los acentos[1

CALEIDOSCOPIO

A veces me cuestiono si la mirada distorsionada que tenemos sobre los fenómenos sociales puede deberse a algo más allá de la tintada lente cóncava desde la que se nos permite ver a la propia sociedad. 

Me interrogo y trato de sondear el problema en “buena lid”, con afán constructivo y desinteresado; no obstante, la conclusión, empírica, es siempre la misma. 

Ayer vi, con la sangre en los ojos, cómo la cabeza de un hombre era pateada por un policía norteamericano. Contemplé cómo la periodista que nos ofrecía la noticia se mostraba indignada por esa demostración de brutalidad policial. Tan sólo unos instantes después la misma periodista arrinconará su reprobación “democrática” cuando nos muestre las imágines de unos disturbios “extra futbolísticos” en Barcelona. Allí, un hombre herido es aplastado contra el suelo mientras quienes le rodean tratan de trasladarlo, sin que la policía, la misma que lo embiste, repare en su estado; otro es golpeado con saña en las piernas, espalda y cabeza mientras tres policías de paisano lo inmovilizan y lo dejan en postura franca para que el que enarbola la porra no pueda fallar; una chica, que caminaba tranquilamente con un acompañante, es empujada violentamente por la espalda, siendo la hazaña obra de otro policía dotado de la frialdad y predeterminación propias de quien se sabe impune, dueño de una calle que empieza a estar despejada. Ante este espectáculo la periodista sólo sabrá hablarnos de la “brutalidad de los vándalos” y de cómo han “obligado a la policía a emplearse a fondo”… Uno sólo puede leer en sus labios la aprobación morbosa. 

Mis ojos curiosos no se paran ahí. Observo el horror farisaico que muestran unos rostros maquillados, mientras hablan de las brutales medidas racistas que pretende imponer Berlusconi a los inmigrantes en Italia. Presencio un espectáculo de lamentaciones y vestiduras rasgadas provenientes de los mismos que contemplan impertérritos a miles de hombres y mujeres engullidos por el Atlántico, confinados entre hormigón, hambrientos en el asfalto o muertos y sepultados por la tupida red de las “extrañas circunstancias”. Ante esto, las mentes “bien pensantes” de la democrática abstracción “española” permanecen en calma, serenos, como todos… Ahogados en silencio. 
Sigo mirando un poco más lejos en el tiempo y, sin mucho esfuerzo, veo el horrible espectáculo ofrecido por el Estado marroquí cuando apercolló judicialmente a un muchacho por atreverse a vulnerar una consigna tradicionalista sustituyendo el “sacrosanto” nombre del monarca por el de un equipo de futbol. Un espectáculo repulsivo, lamentable, desquiciado, propio de la pesadilla kafkiana relatada en El Proceso. Y aún cuando el recuerdo es más lejano, podemos, con los ojos de la memoria, seguir viendo cómo, en esta misma década, un periodista, también marroquí, fue detenido por atreverse a caricaturizar la “hierática” figura real. Sin embargo, según dicen los “analistas mediáticos”, eso en un “país progresista, europeo, avanzado”, nunca pasaría… Horrible giro del guión ¿Qué podría pasarnos, en uno de esos “civilizados países desarrollados” si ridiculizáramos a un monarca o a uno de sus vástagos en una viñeta de forma pública? ¿Qué nos ocurriría si quemáramos su “egregio” retrato, si mancilláramos la representación “sagrada” de un símbolo “suprahumano” encarnado en una cara profana? Nos pasaría lo mismo que en esas fronteras tan “lejanas” y tan “alejadas del progreso”; nos sentaríamos en el banquillo de los acusados, nos resignaríamos a ver nuestras ideas secuestradas y nuestros cuerpos maniatados, seríamos amordazados en aquella región donde todo Individuo es soberano: su Conciencia. Allí, nos descubriríamos prisioneros en nuestra propia mente, cautivos por causa de todo aquello que nuestra imaginación se atreviera a vomitar.

Sí, gozamos de un catalejo que presume de nitidez cuando se trata de observar las injusticias “extraterritoriales”; pero tenemos un gran Caleidoscopio ante nuestros ojos cuando somos tan atrevidos como para tratar de otear nuestros propios pies. Todo “fuera”, en la distancia, es “barbarie”, “salvajismo”, “machismo”, “xenofobia”, “censura” y “violencia”; pero aquí todo se escuda bajo la putrefacta “Civilización” y la carcomida “Europa”. Los uxoricidios que tiñen de rojo las calles y casas convertidas en presidios para toda mujer que aspire a la independencia de espíritu; el genocidio pasivamente consentido y activamente provocado por unas barreras liberticidas –marítimas y terrestres– que aniquilan a la juventud africana cuando no se contentan con ahogarla en su propia cuna; que un Individuo pueda ir a la cárcel, ser violentado en los dominios de su Pensamiento, por osar manifestar su odio y desprecio hacia toda institución monárquica o hacia una organización recaudadora de derechos de autor, eso es algo que queda oculto y desvirtuado bajo la oscura lente de nuestro particular Caleidoscopio. 

En estas circunstancias, hablar de “libertad de expresión” resulta una simple broma macabra. 

Pero yo, personalmente, no puedo contentarme con acatar satisfecho tal conclusión. Quiero condenar el dolo allá donde lo encuentre y destruir toda abstracción caduca sin importarme qué intereses represente, y lo haré, pues –parafraseando a Henry David Thoreau– por lo menos mediante mis ideas podré asesinar al Estado.

Ruymán Épater les Bourgeois